Jorge Nogales
El pasado sábado 21 de junio viví una “Noche de Película”, usando el aforismo que suele representarnos en nuestro imaginario. Una hermosa jornada, llena de una atmósfera mágica, propia del arte de la cinematografía que une a un determinado argumento, la fuerza de la imagen y sonido, mezclados con inspiradora irrealidad o un desgarrador dramatismo.
Existieron tres ingredientes, todos relevantes, para que fuese “de película”. Primero: la compañía. En mi experiencia, con la compañía indicada -en mi caso la de mi esposa, Georgina-, cualquier cosa buena se vuelve aún mejor.
Segundo: el entorno. Este aspecto puede ser un obstáculo o un elemento favorecedor del sentido central de la actividad y, en este sentido, el Teatro NESCAFÉ de las Artes sin lugar a dudas favorece el disfrute del encuentro con el arte. A pesar de su importante trayectoria, no había tenido la experiencia de ser público. Conocía por cierto su cartelera y páginas en las redes sociales, que son casi un magazine de la actualidad y futuro de las diferentes expresiones del arte escénico. Más de alguna vez quise ir a algún concierto o seguir la ópera en pantalla gigante, pero por una u otra razón nunca antes había podido. El teatro es de fácil acceso en transporte colectivo y tiene un estacionamiento público muy próximo, es acogedor, sus butacas son cómodas, su personal es eficiente y amable, y tiene una gran convocatoria.
El tercer ingrediente fue, por supuesto, el concierto en sí mismo. Respecto a la puesta en escena ofrecida por el maestro Roberto Bravo junto a sus amigos, quienes asistimos al Teatro NESCAFÉ de las Artes salimos con la sensación de haber vivido un hermoso viaje por el evocador mundo de canciones que han sido parte de la banda sonora de alguna película y, a veces, también de nuestras vidas. La puesta en escena privilegió un ambiente intimista y minimalista, asociado a una excelente selección de los temas, con interesantes arreglos y una óptima ejecución, asociando al expresivo piano del maestro, el aporte de sus amigos en el apoyo de la voz, violín, trompeta, contrabajo, y bandoneón, que tuvieron el espacio para ser acompañantes y protagonistas.
Gracias Maestro Bravo, como siempre fue un placer.