La exhibición desde el Metropolitan Opera House de Nueva York de “Los maestros cantores” de Richard Wagner este sábado 13 de diciembre y dos futuras funciones dobles, cada una con un par de óperas breves, pone en el tapete el tema de las duraciones extremas en el repertorio lírico universal, invitando a revisar cuáles son las óperas más extensas y cuáles las más breves del repertorio estándar, teniendo como plataforma de observación referencial aquellas que podrían calificarse de normales, entendidas bajo un desarrollo de entre dos y tres horas, sin contar los intermedios.
OPERAS LARGAS
Ciertamente al momento de citar las óperas de mayor duración son las de Richard Wagner las que se ubican en la delantera, con “Los maestros cantores” (casi cuatro horas y media) en primerísimo lugar, seguida muy de cerca por “Parsifal”, “El ocaso de los dioses”, “Sigfrido” y “La walkiria”, todas rozando o sobrepasando las cuatro horas. «Rienzi», “Lohengrin” y “Tannhauser” superan las tres horas, dejando únicamente a “El oro del Rhin”, “El buque fantasma” y “Las hadas” bajo esa extensión.
Los niveles de verdaderas maratones operísticas que constituyen gran parte del repertorio wagneriano tienen muy pocos títulos que se les acerquen, pudiendo acaso citarse “Los troyanos” de Berlioz, “La guerra y la paz” de Prokofiev y “San Francisco de Asis” de Olivier Mesiaen.
Giuseppe Verdi nunca llegó a las colosales dimensiones de Richard Wagner, pero en su producción hay un par de óperas que duran más de tres horas: “Las vísperas sicilianas” y “Don Carlos”. Ambas fueron concebidas originalmente para Francia, donde la corriente de la grand ópera imponía cinco actos, una extensión mayor al común del repertorio verdiano e incluso un largo pasaje de ballet, que las dilataba aún más.
Esa grand ópera tuvo en Jakobo Meyerbeer a su máximo exponente, con títulos como “Los hugonotes” y “El profeta” superando las tres horas.
En los dominios del bel canto también hay casos que citar. “Guillermo Tell” de Rossini dura más tres horas, sólo unos pocos minutos más que “Anna Bolena” y “Los puritanos” de Bellini. Las tres óperas de Mozart con libreto de Da Ponte – “Las bodas de Fígaro”, “Don Giovanni” y “Cosi fan tutte” – tienen una duración muy similar de tres horas.
El repertorio ruso y el barroco también engrosan la lista de óperas largas. “Khovanschina” y la segunda versión de “Boris Godunov”, ambas de Mussorgsky, se extienden por más de tres horas, lo mismo que la gran mayoría de las óperas de Haendel y Rameau. Las del primero están colmadas de arias llamadas “da capo”, muy largas debido a que repiten una buena parte de su desarrollo; las del segundo incluyen una enorme cantidad de aires de danza.
OPERAS CORTAS
En oposición a la contundencia de óperas tan extensas está el grupo de las breves, aquellas que duran menos de dos horas e incluso menos de una hora.
En el primer grupo se ubica claramente la producción de Giacomo Puccini, con varias de sus grandes creaciones («Tosca» y «La bohème» entre ellas) no superando las dos horas. También está “Iolanta” de Tchaikovsky, que dura una hora y media (se exhibirá desde el Met junto a “El castillo de Barbazul” de Bartok, de una hora, el 14 de febrero).
El segundo grupo lo comandan las famosísimas “Cavallería Rusticana” de Mascagni e “I Paliacci” de Leoncavallo (se exhibirán juntas desde el Met el 25 de abril), cada una cercana a una hora de duración; y vuelve a figurar Puccini con las tres partes del llamado “Tríptico”: “Il tabarro”, “Suor Angelica” y “Gianni Schicchi”, cada una de ellas con vida muy propia, llegando sólo a los 55 minutos. También deben citarse “La hora española” y “El niño y los sortilegios” de Ravel.
Una de las más célebres óperas barrocas es “Dido y Eneas” del inglés Henry Purcell. Contrariando aquellas ciclópeas duraciones de Haendel y Rameau, esta obra no alcanza a durar una hora.
Más breves que ésta son “La serva padrona” de Pergolesi, “El prisionero” de Dallapiccola, “El teléfono” de Menotti y la trilogía de óperas de Rachmaninov, formada por “Francesca da Rimini”, “Aleko” y “El caballero avaro”.