El sábado 7 de abril, su voz y su presencia escénica llegarán al Teatro Nescafé de las Artes directamente desde el Metropolitan Opera House de Nueva York. Será en el rol de Des Grieux en «Manon» de Jules Massenet, junto Anna Netrebko. Piotr Becza {lstrok} a (1966) es una estrella de la ópera y su hermoso material vocal, el de un tenor lírico neto, lo hace perfecto para roles como Romeo, Fausto, Lensky («Eugenio Oneguin») y Alfredo («La traviata»).
– ¿Cómo es su relación con el silencio sobre el escenario y en su vida?
«El silencio es un ‘ruido’ muy extraño en estos tiempos. Nosotros somos afortunados de poder crearlo sobre el escenario. Es muy importante no sólo porque a veces está escrito en la música, sino porque la sensación de atención de la audiencia en los momentos más delicados y suaves que suceden en el escenario nos ayuda a volvernos uno solo con el personaje. El silencio arriba de las tablas no es nunca muerto; está lleno de emociones y vibraciones. En mi vida soy una persona callada, a la que le gusta mucho ir a los bosques o montañas para sentir el silencio de la naturaleza, el cual está lleno de vida, si es que puedes escucharlo».
– ¿Y el humor?
«Yo amo el humor, tanto en la vida como en el escenario; pero como suelo cantar personajes trágicos, ser gracioso en una obra es algo raro para mí».
– En su opinión, ¿cuál es el gran misterio de la ópera? ¿Existe realmente una comunicación entre el artista y el público?
«La comunicación es la cosa más importante, y eso es lo que hace a la ópera tan interesante para mí; me asombra cada vez. Estamos cantando y creando nuestros personajes no para nosotros mismos. Lo estamos haciendo para el público. La conexión entre el escenario y la audiencia hace que las actuaciones en la ópera sean algo muy especial».
– ¿Se podría decir que la magia teatral que se crea entre el artista y la audiencia ocurre por milagro o es algo que surge?
«Es un milagro que surge. A veces ocurre inmediatamente, otras veces puede que requiera de tiempo, pero sin esta mágica conexión, no creo que mi actuación estaría completa».
– ¿Es la experiencia entre un artista y su público una sensación compartida o es algo personal, único para cada artista y cada miembro del público?
«Es una experiencia muy personal y distinta según el teatro de ópera en el cual se esté actuando y según el cantante. Yo trato de pensar que el público es una sola persona, un gran cuerpo que es muy sensible. A veces puedes ver a una persona en particular en la audiencia y eso hace que la comunicación sea más fácil, y eso además me ayuda a concentrarme».
– De los personajes que usted ha interpretado, ¿a cuáles ha sentido más cercanos y a cuáles más distantes? Estoy pensando en los roles de Romeo, Des Grieux, Fausto, el Duque de Mantua, Alfredo…
«A mí me gustan todos, pero por supuesto que hay algunos más cercanos a mi propia personalidad, como Des Grieux y Alfredo. A veces debo encontrar la forma correcta de interpretar al Duque o a Fausto, pero eso hace mi trabajo tan fascinante. ¡Es un gran reto y yo amo los desafíos!».
– ¿Qué sucede con los personajes masculinos de Verdi y Piotr Beczala?
«Yo no he cantado tantos roles de Verdi, pero me gustan todos. Actualmente estoy considerando Trovatore y otros dos o tres papeles; pero no para cantarlos en los próximos tres o cuatro años. Los papeles de Verdi para tenores son complicados, al igual que musicalmente complejos. Los ‘papeles de Verdi para bebés’, como Alfredo o el Duque, que son los que yo hago, son la introducción a roles verdianos ‘adultos’ como Gustavo en ‘Ballo in Maschera’, Don Carlos, Manrico, Radamés o, al final de la fila, ¡Otello! Espero tener suficiente tiempo y voz para descubrirlos a todos».
– ¿Podría decirnos cuál fue la contribución real de sus profesores?
«Tomé parte de varias clases magistrales con Pavel Lisizian, en Suiza, y en Francia con Sena Jurinac, quien me alentó y además salvó mi vida vocal al sugerirme que a mi edad Mozart era mucho más saludable para mi voz que Puccini. En Linz conocí a mi profesor Dale Fundling, con quien sigo trabajando cada uno de mis roles luego de 19 años. En mi opinión, todo cantante necesita una guía y ayuda de una o más personas que conozcan bien su voz y con quien haya confianza. En mi caso, ellos son Dale Fundling y mi esposa Kasia».
– ¿Se alejaría de la belleza del sonido para expresar algo de forma más directa?
«Esa es una pregunta muy delicada y no puedo contestarla directamente. En mi repertorio, belleza y expresión son una misma cosa, con la sola excepción del Prólogo al ‘Fausto’ de Gounod, donde la belleza de la voz es algo secundario. La belleza es algo muy individual. Lo que es hermoso para mí puede que no lo sea para otro. La técnica sólida debería permitirle a un artista expresar con su voz todos los sentimientos que existen en la música sin que tenga que reducir la ‘belleza’ «.
– ¿Cuál es el rol que no ha cantado todavía y que le gustaría realizar en algún momento?
«Hay demasiados. Como dije, más Verdi y también verismo. Mi próximo descubrimiento será Hoffmann y espero que Manrico, pero también me gustaría cantar Idomeneo de Mozart. Hay harto por hacer en el futuro. Mi sueño es poder cantar -eso sí, en los últimos años de mi carrera- el ‘Otello’ de Verdi».
Entrevista realizada y publicada por Juan Antonio Muñoz H. en el diario El Mercurio, el día sábado 31 de marzo 2012.