Amable, carismática, espontánea, lúcida y profunda. Esas son algunas de las cualidades que posee Mísia, cantante portuguesa a quien tendremos el honor de presentar el próximo 15 de mayo sobre el escenario del Teatro NESCAFÉ de las Artes.
La artista regresará a Chile, junto al pianista italiano Fabrizio Romano, en el marco de la promoción de su más reciente disco, Delikatessen Café Concerto, trabajo que ella misma denomina como una «cena en tiempos de crisis»; un registro compuesto de versiones de algunas de sus canciones favoritas, muchas de ellas compartidas con invitados de lujo como Adriana Calcanhotto, Ramón Vargas e Iggy Pop, entre otros.
Días antes de su concierto en Chile hablamos con Mísia, quien al teléfono desde Lisboa nos contó algunos detalles de su próximo show y también dedicó especiales palabras a Vasco Graça Moura, uno de los poetas más importantes de Portugal, quien falleció el pasado 27 de abril. «Es el poeta con el que más colaboré. Hicimos juntos un disco en 2003. Era una persona muy importante en la cultura de mi país, alguien muy cariñoso y generoso con sus palabras. Le llamaba cariñosamente ‘mi poeta’ y él sonreía», cuenta la cantante.
Acerca de su nuevo álbum, Mísia explica que se trata de un verdadero “menú sonoro” y agrega: «ha sido sentido y pensado por el miedo que tenemos en Europa del Sur a esta crisis tremenda que estamos viviendo. Un día estaba sola en mi casa y pensé, ‘bueno, y si un día abro el refrigerador y no hay nada ¡qué voy a hacer!’. Delikatessen es como una cena en tiempos de crisis y creo que tal como Chaplin en su cena se come los zapatos (“La Quimera del Oro”, 1925), pero lo hace vestido de frac, con la mesa bien puesta y con estilo, creo que en mi disco, el estilo lo han dado los invitados. Son invitados gourmet».
– Tu discografía está muy ligada a la poesía, el cine y distintos géneros musicales. ¿De dónde nace tu inquietud por crear trabajos tan eclécticos?
Pienso que es porque soy la tercera generación de artistas de mi familia. Soy hija y nieta de catalanas, mi abuela fue vedette y mi mamá bailarina de música clásica española. Después por haber vivido unos años en Barcelona; hace 20 años que viajo porque me gusta conocer otras culturas, sobre todo para ponerlas en diálogo con la mía. Soy una persona que tiene patria geográfica, pero también tengo otras patrias que yo elegí y vienen de los libros, los discos, las ciudades, las películas, etc. y como decidí que no voy a amputar nada, sino que me voy a quedar con todo, soy como una especie de mariposa: voy, vuelo, me quedo aquí, allá. Tengo épocas crisálidas, que es cuando preparo los proyectos y, como dijo la realizadora chilena Carmen Castillo en mi biografía (documental) «El fado de Mísia», soy un espíritu libre.
– En la entrevista que diste al programa chileno «Una belleza nueva» (2006) dijiste que si pudieras agregar olores a tus discos lo harías. ¿Qué aromas hubieras agregado a Delikatessen Café Concerto?
Este disco está pensado como un objeto gourmet, con ilustraciones muy bellas de un ilustrador de Porto (Julio Vanzeler). Si tuviera que tener un olor, pues tendría varios porque es una comida; tendría olor a cebolla por la canción «Nanas de La Cebolla» de Miguel Hernández y tendría olor a un dulce, a crepes francesas o algo así.
– ¿Cómo surgió la idea de recopilar canciones de diferentes artistas para luego versionarlas?
No lo pensé así, sino como una cena de crisis en la que debía hacer un menú de canciones. No iba a hacer canciones nuevas, porque cuando tienes hambre tienes que ir a lo que hay, a lo que tienes seguro y ya conoces. Si tienes poco dinero y vas a cocinar algo no te vas a poner a hacer experiencias, así vas a estropear la comida. Todas son versiones de cosas que conocía, sólo una o dos son nuevas, algunas me las cantaba mi madre cuando era pequeña, como «Agua que no has de beber» de Sarita Montiel. Hay mucho de los años ’50 y muchas que son de películas; muchas son muy kitsch y poéticas.
– ¿Quedaron algunas canciones fuera de este menú sonoro?
¡Muchas! Estoy pensando en hacer un Delikatessen 2. Me quedaron fuera más cosas de Piazzolla, Nino Rota, “Bola de nieve” (Ignacio Jacinto Villa)… es muy difícil, tengo una gran dificultad en quitar, así es que ya tengo un Delikatessen 2 que podría hacer.
– ¿Nos puedes adelantar algo de tu show en el Teatro NESCAFÉ de las Artes?
Estructuro el show con el núcleo básico que es el Delikatessen Café Concerto, después, y como evidentemente a todo el mundo y a mí también me gusta el fado, pues haré cuatro o cinco fados tocados con piano y quizás, pienso yo, como vaya apeteciendo, hacer algún bolero o tango más.
– ¿Qué recuerdas de tus anteriores visitas a Chile?
Recuerdo al público muy generoso, sensible y entregado.
– ¿Has pensado trabajar con alguna letra de Violeta, Víctor o quizás un poema de Pablo Neruda o Gabriela Mistral?
¡Sí! Ahora estoy preparando un nuevo proyecto que estrenaré el 19 de junio en el Festival del Fado de Madrid. El título del concierto es «Mísia, tributo a Amália Rodrigues», que es la más importante, contemporánea, fantástica de todas las cantantes de fado y Neruda le escribió un poema. La historia dice que fue en un mantel de papel de un restaurante después de ver un concierto. Recitaré en Madrid ese poema.
De Neruda sí que me veo cantando. ¿Cómo huir de la idea del amor de Neruda? ¡No es posible!
– Desde que comenzaste a cantar hasta ahora, ¿cómo ha sido tu relación con el fado?
Cuando comencé a cantar fado era el año 1990, una época en la que el fado no estaba ni de moda, ni se vendía, no tenía prestigio cultural o comercial, salvando la excepción de Amalia Rodrígues. Era un género maldito en aquellos años. Entonces empecé a hacer mi fado, a mi manera y con mi visión, con cantautores y personas que no pertenecían de ninguna manera al universo del fado. Eso fue muy polémico y chocó a muchas personas; después estaba mi imagen, minifalda en aquella época… Nunca he estado en el sistema, siempre he sido periférica y lo sigo siendo. Entonces mi relación con el fado en principio fue bastante conturbada y me sorprendía mucho la reacción de las personas, los anticuerpos que creaba por muchas cosas: porque tenía opinión, porque era mujer y sola, y muchas cosas más.
Con el paso del tiempo todo ha cambiado. La satisfacción que tengo es de haber hecho una cosa para la cual no había un público preparado; o sea, tuve que crear ese público y eso para mí es el mayor orgullo que pueda tener. Mi trabajo nunca ha sido ni es una contestación a una demanda porque sea moda. Yo hago mi camino, voy solitaria. Lo que hago, lo hago con mi verdad y con mi amor y rezo para que al público le guste. Mi relación con el fado se ha ido apaciguando bastante, no tengo que probar nada a mis pares, los respeto a todos y sé perfectamente que no soy consensual. Mi relación con el fado es un poco especial porque no he hecho y pienso que nunca haré fado en grupo. Lo mío siempre ha sido un trabajo solitario.
– Si tuvieras que invitar al público chileno a tu concierto del próximo 15 de mayo, ¿qué les dirías?
Que soy una mujer que canta con una verdad y un corazón a todo riesgo, a pecho abierto. Canto con mi piel, con mi verdad desnuda y que no se trata sólo de ver mi trayectoria, sino de ver a una persona que canta hace 20 años por el mundo y que ha ido como una esponja curiosa absorbiendo muchas cosas.
Mísia en Chile
Jueves 15 de mayo – 20:30 horas
Entradas a la venta en Ticketek y sin recargo en boleterías del Teatro.