Wilhelm Richard Wagner, uno de los compositores más influyentes de la historia, nació en Leipzig, Alemania, el 22 de mayo de 1813. Su padre, Carl Friedrich Wagner, era empleado de la policía; y su madre, Johanna Rosine Wagner, hija de panaderos.
Wagner mostró su interés por el arte desde muy joven. Primero había manifestado intenciones de dedicarse a la poesía, pero cuando asistió a una representación de la ópera “Fidelio” de Beethoven, decidió dedicarse a la ópera. A los 20 años ya dirigía el teatro de Magdeburgo.
La primera obra de su repertorio fue “Las Hadas”, terminada en 1833 y estrenada en 1888, con un libreto escrito por él mismo, hábito que mantuvo toda su vida. Le siguió “La prohibición de amar” (1836) sin éxito.
En Dresde presentó sus tres siguientes óperas: “Rienzi” (1842), “El holandés errante” (1843) y “Tannhäuser” (1845). Su permanencia en esa ciudad terminó al adherir a causas anarquistas. En 1848 estalló una revolución y debió exiliarse en París y luego en Zurich.
Antes de partir, Wagner completó “Lohengrin” y solicitó a su amigo Franz Liszt que la presentara en su ausencia. Se estrenó en Weimar en 1850.
El exilio fue duro por problemas de trabajo y salud. En 1864 se dio un giro inesperado, al asumir el rey Luis II de Baviera, joven monarca que admiraba al compositor desde su infancia. Lo invitó a München, pagó sus cuantiosas deudas y apoyó el desarrollo de nuevas óperas.
En 1865, Cosima, hija de Liszt casada con Hans von Bülow, tuvo una hija de Wagner, causando un escándalo que presionó al rey para expulsar a Wagner de su entorno. Luis II llegó a pensar en abdicar para seguirlo en el exilio, pero el músico logró disuadirlo.
A pesar de las dificultades, la presentación de una nueva ópera, “Tristán e Isolda” (1885), fue un éxito grandioso. Wagner se instaló luego en las cercanías de Lucerna, donde terminó “Los maestros cantores de Nüremberg” (1867), estrenada en Múnich el año siguiente.
El músico dedicó más de 25 años a su proyecto más ambicioso: “El anillo del Nibelungo”, ciclo conformado por “El oro del Rhin”, “La walkiria”, “Sigfrido” y “El ocaso de los dioses”, estrenadas entre 1869 y 1876. Con esta tetralogía Wagner ponía en práctica su concepto de “obra de arte total”, donde el drama, la música y la poesía se combinaban armónicamente.
En 1870 Cosima se divorció y contrajo matrimonio con Richard Wagner, con quien tuvo otros dos hijos. Tras cuatro años de trabajo, en que escribió también una serie de ensayos sobre religión y arte, Wagner estrenó “Parsifal” (1882), su última ópera, en el Teatro de los Festivales de Bayreuth.
En esa época el compositor se enfermó gravemente. En un viaje a Venecia, Italia, murió el 13 de febrero de 1883 tras una crisis cardíaca. Su cuerpo fue repatriado e inhumado en su villa en Bayreuth.
Tiempo y redención
A diferencia de otros grandes compositores de ópera, que comenzaban el trabajo en una nueva obra cuando ya habían finalizado la anterior, Richard Wagner desarrolló su creatividad abordando diversos proyectos en forma simultánea y abarcando mucho tiempo.
Esta particularidad dio mucha fuerza y solidez a su marcado interés por incorporar y desarrollar con varios matices el tema de la redención en sus óperas.