La folclorista Margot Loyola definía su vocación artística como un «amor casi enfermizo, neurótico tal vez, por la tierra». Ese sentimiento la llevó a investigar y conocer los rincones más recónditos de Chile, pasando a ser -junto a su contemporánea y comadre Violeta Parra- una figura clave para la masificación de nuestro folclor. «Es un amor que me hace llegar a las lágrimas, porque siento todo el país dentro de mí, todos los caminos, todas las desesperanzas y esperanzas, los sufrimientos», decía.
El 14 de agosto llega al TEATRO NESCAFÉ DE LAS ARTES el concierto Homenaje a Margot Loyola, donde Natalia Contesse y la Orquesta Clásica del Maule repasan en formato sinfónico su enorme legado.
Nacida el 15 de septiembre de 1918, sus primeros acercamientos a la música fueron a muy temprana edad, cuando en 1926 comenzó a estudiar piano en su natal Linares. Unos años más tarde, gracias a lo que aprendía en su casa, creó junto a su hermana Estela el dúo Las Hermanas Loyola. “Mi mamá nos enseñó sus canciones. Primero fue “El imposible” y la postura de Re mayor. Luego, nos enseñó el rasgueo, cantaba la primera voz con mi hermana Estela. Después, cantaba la segunda conmigo y Estela hacía la primera voz sola”, recordaba la folclorista en una entrevista con Revista Musical Chilena en 1995.
Para perfeccionar su técnica tomaron clases de canto lírico con la soprano chilena Blanca Hauser, y en 1944 ya realizaban sus primeras grabaciones en vinilo. Una aventura que alcanzó gran éxito radial y las llevo a trabajar junto al Instituto de Investigaciones Musicales de la Universidad de Chile. En 1950 se separaron y Margot emprendió su carrera en solitario, pero un año antes había ocurrido algo especial. Su talento innato y esencia campestre la llevaron a hacer clases en las escuelas de temporada de la Universidad de Chile, momento en que se abrió paso en la educación y la divulgación cultural.
En esa labor, que ejerció de forma incansable, recorrió desde Arica a Magallanes -entre 1949 y 1963- realizando cursos de cueca. «Dejé bailando cueca a medio Chile, porque fueron cursos de mucho éxito, con cientos de alumnos en todas partes», relató, en 2008, Margot Loyola en conversación con el área de prensa de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Margot Loyola y Rapa Nui
También hubo otro hecho fundamental en su vida: el encuentro con Rapa Nui, por ese entonces conocido como Isla de Pascua. Todo comenzó en 1952 cuando su curiosidad la llevó a conocer al arqueólogo Roberto Montandón, quien le entregó grabaciones recogidas en terreno. Luego ingresó al grupo “Amigos de la Isla de Pascua”, que se había formado en Santiago, creando un lazo con varios pascuenses que llegaban al “conti” por diversos motivos.
Su investigación daba frutos y se animó a grabar, pero nadie se atrevía a respaldar la iniciativa. Tras insistir por varios años, logró que RCA Victor grabara el primer álbum de música de Rapa Fui en 1959. Isla de Pascua era firmado por Margot Loyola y Conjunto Pascuense.
Se trataba de José Pakomio Abimereka, Gabriel Tuki, Guillermo Nahoe y Rodolfo Paoa, cuatro jóvenes que, tal como relata ella en su libro “Mis Vivencias en Isla de Pascua” (1988), “llegaron al «conti» con sus varoniles estampas, su simpatía arrolladora, sus voces, su danzar”.
Su legado en el folcor chileno
«Por intermedio mío se dio a conocer esta música con la colaboración de algunos grandes intérpretes de la isla», afirmaba la folclorista. Y es que masificó y educó sobre esta cultura que hasta ese momento era poco conocida en el resto de nuestro territorio. Una labor que para ella fue fundamental y que replicó con más géneros y rincones del país, llevando más allá de estas fronteras los sonidos y expresiones propias de nuestra tierra. Además, la divulgación folclórica siempre fue un motivo de admiración a otros artistas más actuales, como Los Tres y Daniel Muñoz en su etapa con los 3×7 Veintiuna.
Con sus conocimientos, Loyola logró masificar expresiones de la cultura popular y creaciones autóctonas por la mayor parte de Latinoamérica, además de países europeos como Francia, España, Polonia, Bulgaria, Checoslovaquia, Rumania y Rusia en la época de la URSS. Es por esto que en 1994 fue galardonada con el Premio Nacional de Artes Musicales.
“Tenemos que conocer el pasado para entender el presente y poder proyectarnos al futuro. Hay que motivar a los alumnos, la cultura es un ente vivo, uno aprende de las preguntas de los estudiantes”, comentaba Margot Loyola pocos años antes de su muerte, ocurrida el 3 de agosto de 2015.
Un recorrido por todos esos descubrimientos y creaciones veremos el próximo 14 de agosto en el TEATRO NESCAFÉ DE LAS ARTES durante el concierto Homenaje a Margot Loyola, liderado por la destacada cantante nacional Natalia Contesse -quien fuera su discípula- y la Orquesta Clásica del Maule. Emotivo y especial encuentro en el que se repasará, en formato sinfónico y acústico, su vida para dejar en claro la importancia que tiene su figura para el folclor de nuestro país.