Durante la visita de la compañía de danza del destacado bailarín y coreógrafo estadounidense Paul Taylor a Chile, llegaron hasta nuestro Teatro dos de los miembros de la destacada compañía chilena “Los Mimos de Noisvander” con un regalo muy especial.
“Los artistas cuando se gustan, cuando se admiran, se hablan y comunican aunque no hablen el mismo idioma. Ellos hablaban inglés y nosotros español, pero igual nos entendimos”, cuenta Rocío Rovira acerca del encuentro que en los años ’60 tuvieron con los bailarines de la compañía de Paul Taylor.
Se trataba de una fotografía que muestra a un grupo de alegres jóvenes compartiendo en lo que pareciera ser el patio de una casa: esos jóvenes eran nada menos que parte del elenco de Paul Taylor Dance Company y los integrantes de Los Mimos de Noisvander, artistas que tuvieron un encuentro casual en la década de los ’60 durante la primera visita de la compañía estadounidense (fundada en 1954) al país.
“Estábamos trabajando en un estreno y justo coincidió con la llegada de los bailarines de Paul Taylor. Hicieron una función preciosa, ¡era tan atractivo lo que hacían!”, recuerda Rocío, quien agrega: “los contactamos y en seguida hicimos amistad. Ellos vinieron a nuestro taller, les mostramos nuestro repertorio y estuvimos compartiendo opiniones. Fue muy bonito”.
Acerca de la fotografía, menciona que fue tomada en el taller que en esos años tenía el grupo dirigido por Enrique Noisvander, el principal representante de la pantomima en Chile.
«Trabajábamos muy intensamente en nuestro taller en calle Villavicencio (barrio Lastarria). Esa calle estaba llena de vida artística; pintores, escultores, actores, bailarines, había de todo. Había unas casonas antiguas que se arrendaban para que estos artistas trabajaran».
Pasaron los años, recuerda Rocío, y fue recién hace unos meses que, recopilando material para restaurar la historia de “Los Mimos de Noisvander” encontraron la imagen. “Después de que nos tomaron la foto, nos dimos un abrazo y no pasó nada más hasta ahora, que tocó la grandiosa casualidad de poder encontrar esta fotografía y pasársela”, comenta.
Fotografías: Mariela Pastén Ortiz