La cultura como motor del desarrollo sostenible

«La vitalidad cultural es sinónimo de innovación y diversidad. La cultura crea empleos, genera ingresos y estimula la creatividad. Es un vector de múltiples facetas de valores e identidad. Por otra parte, la cultura es una palanca que promueve la inclusión social y el diálogo”.

Esas fueron las palabras pronunciadas por la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, en la clausura del Tercer Foro Mundial sobre la cultura y las industrias culturales, que tuvo lugar en Florencia hace tan sólo unos días.

«Los bienes y servicios culturales son fuente de empleo e ingresos, de innovación y crecimiento, pero también de inclusión y justicia social», asegura la UNESCO.

Aunque la iniciativa de la UNESCO pueda parecer un tanto tardía, es necesario valorar e impulsar la idea de integrar la cultura en los planes de desarrollo de nuestros países y, en consecuencia, de todo nuestro planeta.

Los argumentos para sostener esta afirmación quedaron perfectamente explicados en el encuentro: “La cultura es una fuerza de desarrollo económico y social. En sólo diez años, el comercio mundial de bienes y servicios culturales se ha duplicado y supera hoy día los 620.000 millones de dólares. Pero los bienes y servicios culturales no son mercancías como las demás: son fuente de empleo e ingresos, de innovación y crecimiento, pero también de inclusión y justicia social”.

En resumen, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura está afirmando que la cultura es y debe ser vista como motor del desarrollo sostenible.

La puesta en práctica de estas afirmaciones debería impulsar a políticos, diplomáticos, empresarios, organismos no gubernamentales y agentes de cambio, a otorgar a la cultura la misma importancia que hoy damos a otras áreas tradicionalmente consideradas como prioritarias o urgentes.

En este sentido, la propia Directora General del organismo aseveró: “Creo que los países deben invertir en cultura con la misma determinación con la que invierten en recursos energéticos, en nuevas tecnologías (…) En un contexto de crisis económica, es preciso encontrar de nuevo motores de cohesión, y la cultura ofrece respuestas”.

Durante los tres días que duró el foro, 300 participantes compartieron conocimientos y experiencias y aprobaron la Declaración de Florencia que aboga por la integración de la cultura en la agenda de desarrollo post-2015, que las Naciones Unidas adoptarán en el segundo trimestre de 2015.

Nuestra expectativa es que éste sea sólo el inicio de una nueva forma de ver, concebir y potenciar la cultura desde las instituciones públicas y privadas, tanto en Chile como en el resto del mundo. Las posibilidades que se crearían son infinitas e irrevocablemente esperanzadoras.

Alfredo Saint-Jean Domic

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