Del 26 al 28 de septiembre vuelve a nuestra sala «La Remolienda», un clásico del teatro chileno, interpretado magistralmente por la compañía La Originaria. «El público sale feliz, lo pasa bien y se ríe bastante», asegura su director, Hernán Vallejo.
La obra -escrita por el connotado dramaturgo chileno Alejandro Sieveking y estrenada en 1965 bajo la dirección de Víctor Jara- regresa al Teatro NESCAFÉ de las Artes con un elenco compuesto por el propio director junto a Rodrigo Aceituno, Íñigo Urrutia, Luis Valenzuela, Ángela Vallejo, Marcela Espinoza, Nathalie Nicloux, Claudia Hidalgo, Mónica Illanes, Cristian Gajardo, Juan Carlos Cáceres y Claudia Narea.
«Los personajes que verán en la obra son parte de nuestra sociedad. ‘La Remolienda’ es una obra chilena por donde se le mire», afirma el director Hernán Vallejo.
«El próximo año, ‘La Remolienda’ cumple 50 años desde su estreno y la hemos dado por todo Chile con un éxito impresionante. No falla», menciona Vallejo, quien interpreta a Renato Sepúlveda, el administrador de la ‘lú eleutrica’, quien luego de 20 años se reencuentra por casualidad con Rebeca, un antiguo amor y la actual dueña del prostíbulo hasta donde llega doña Nicolasa y sus tres inocentes hijos.
– ¿Cómo surgió su interés por dirigir «La Remolienda»?
Creo que para cualquier actor y director de teatro, el teatro clásico chileno – donde cabe «La Remolienda» como una obra emblemática – es importante. En este caso fue una decisión tomada por mí y la compañía, el empezar a rescatar, buscar y escudriñar en la memoria de la teatralidad y los grandes dramaturgos chilenos. En ese sentido, no cabe duda que «La Remolienda» es una obra importante y un gran aporte. No somos los únicos, pero creo que hace falta una compañía que se dedique a hacer teatro chileno clásico porque cumple con muchos objetivos transversales: el lenguaje, la identidad y temas más universales.
– ¿Cuáles son a su juicio los elementos que hacen de «La Remolienda» una obra 100% chilena?
¡Todo! Los personajes son netamente del campo, del sur de Chile, el lenguaje, los temas sociales, la universalidad, el amor, la ingenuidad… está también este doble estándar típico del chileno que se manifiesta más claramente en el personaje de Rebeca. No hay duda de que los personajes que verán en la obra son chilenos, son parte de nuestra sociedad y la maravillosa magia de la obra está en que aunque esto esté pasando en otra época, tiene una vigencia absoluta. Es una obra chilena por todos lados, por donde se le mire.
– Una de las cosas que resalta de esta versión es que se mantiene fiel al texto de su creador, Alejandro Sieveking…
Creo que todas las versiones de «La Remolienda» tienen su gracia. He visto ‘remoliendas’ hechas en colegios y compañías y creo que se mantiene el texto y ¡creo que hasta mal actuada es buena! Porque esta obra es, dramáticamente, casi perfecta. Matemáticamente perfecta. Sieveking nos habla del humor matemático, de una obra cuya construcción dramática tiene elementos que tienen que mantenerse porque si uno los desvirtúa se pierde su esencia y eso la hace ser diferente. Qué mayor respeto puede tener un actor que el de respetar al máximo lo que escribió el autor. Nosotros quisimos mantener la esencia de la obra y prácticamente está intacta.
– ¿Cómo recuerda el paso de «La Remolienda» sobre el escenario del Teatro NESCAFÉ de las Artes?
Creo que el Teatro NESCAFÉ de las Artes cumple con todos los requisitos para hacer buen teatro y de hecho se hace muy buen teatro ahí. Es un lugar muy cómodo y es muy agradable trabajar en ese espacio; la gente que trabaja ahí es muy cálida. El Teatro ha logrado tener su público cautivo, un público que siempre asiste y cada vez que uno va está lleno.
– ¿Qué lecciones cree usted que pueden sacar las nuevas generaciones de «La Remolienda»?
Para ser bien honesto, uno no quiere hacer teatro para dar lecciones, pero sí hacemos un aporte a la juventud. Los jóvenes se sorprenden y hemos tenido funciones con estudiantes donde hemos corroborado su reacción. A los cabros les cuesta meterse en la historia, pero al final lo logran. Creo que les cuesta porque éste es un humor inteligente y no hace un chiste por hacerlo. Además, uno de los grandes aportes que uno puede hacer con este teatro es mostrar otro lenguaje. En «La Remolienda» hay sólo un par de garabatos y nada más, o sea, hay muchos elementos que creo que pueden sorprender a la juventud que está acostumbrada a ver otro tipo de cosas. Y creo que el aporte está ahí, en que la juventud descubra un lenguaje que es nuestro y que se ha ido perdiendo con el tiempo.
– De ahí que se presenta como una obra para toda la familia…
Así es. Niños de 10 u 11 años pueden ir y van a entender todo y eso también es maravilloso, el que sea un montaje para todo el mundo.
– ¿Cómo ha sido la respuesta del público que ha visto la obra?
Es impresionante. He visto que el público sale feliz, lo pasa bien y se ríe bastante, y no por el chiste fácil, sino por la situación, la ingenuidad propia de estos tres muchachos campesinos que no tienen idea de nada, que se encuentran con estas mujeres y se enamoran a primera vista. En ese sentido, esta obra es mágica.
– ¿Por qué el público santiaguino debe venir a ver «La Remolienda»?
En primer lugar porque lo van a pasar bien. Los que ya la vieron, que se la repitan porque lo van a volver a pasar bien. No se van a arrepentir.
«La Remolienda»
Del 26 al 28 de septiembre
Entradas a la venta en Ticketek y boleterías del Teatro.