Marisol García
Sólo en contadas excepciones la función de un productor musical se expande a campos más anchos que los del disco, del estudio de grabación y más allá. Surgen así nombres de una incidencia cultural profunda, en la industria y también en las tendencias de su tiempo, como ideólogos de un cambio que, antes que en las palabras, confía en los sonidos y la síntesis de claves sociales como acertados agentes de cambio.
Es posible instalar ahí a Gustavo Santaolalla, en una altura de muy selectos cupos históricos y en la que él figura como el más brillante nombre latinoamericano. El argentino nacido en 1951 llega a Chile en septiembre en su calidad de músico e intérprete, y esta vez es conveniente dejar en pausa por unos días su estátus de gran referente de la producción musical (para gente como Los Prisioneros, Café Tacuba, Julieta Venegas, Juanes, León Gieco), oscarizada composición de bandas sonoras para Hollywood, gestión de publicaciones (el exitoso sello discográfico Surco, las editoriales de libros Retina e Ideoma) y articulador de muchas de las nuevas claves de cultura pop en castellano largadas en las últimas dos décadas.
Antes que todo, Gustavo Santaolalla fue un músico. Integró una banda de cruce entre rock, sicodelia y raíz en Arco Iris (1968-1975) y desarrolló a continuación un trayecto de composición y grabación solista de gran carácter aunque desapegado de la competencia comercial. El espectáculo que lo trae a Santigo en septiembre se articula como un resumen de ese cauce de trabajo, que en su caso no ha sido el más vistoso —no hay hits en ese repertorio—, pero sí elocuente de los principios de búsqueda y afirmación de la identidad que han guiado el total de su trayectoria.
«Ha sido como lanzar mi carrera de solista pero a los 65 años», ha dicho sobre la gira que ahora lo ocupa, «Desandando el camino». El primer impulso para cualquier auditor atento al desarrollo de la canción latinoamericana es reverenciar el nombre de Santaolalla en cuanto articulador de ideas y proyectos, y gran aliado para el talento de nombres claves del pop de nuestro continente. Su invitación en Santiago esta vez es, sin embargo, más discreta: escuchar su cancionero solista, su trabajo con las cuerdas y su habilidad en el encauzamiento de sonidos y ritmos, por primera vez con una banda dispuesta especialmente para ello. «Es una revisión de mi vida a través de mis canciones, desde las que compuse a los 17 y hasta ahora», describe. Se apagan los focos sobre el nombre estelar, y se ajusta el oído frente al compositor de avanzada.
Marisol García es periodista y autora de los libros Canción valiente y Llora, corazón.