100 años de Nicanor Parra, el antipoeta visionario

Cien años de Nicanor Parra son más que su obra literaria, su humor, su ironía, su brillantez académica, su gran aporte al lenguaje poético latinoamericano, el quiebre irreverente de la poesía en antipoesía, el Premio Nacional de Literatura Miguel Cervantes o el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (entre otros tantos que recibió), aunque haya elegido sentarse en la otra vereda de la poesía tradicional.

Los homenajes reavivan por estos días la cronología de una vida inagotable, que inició rodeada de un ambiente artístico y que supo luego conjugar muy bien con su amor paralelo por los números, traducidos en las Matemáticas y la Física.

Leonidas Morales Toro, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y autor del libro Conversaciones con Nicanor Parra, recordó lo que ocurrió la primera vez que se encontró con él en Estados Unidos, en 1969: “A Nicanor lo habían invitado a un congreso. Se quedó un día en el departamento e hicimos la primera parte de este libro de conversaciones. Era la primera vez que conversaba con él y terminamos casi amigos. Nicanor tenía sus tiempos. Siempre ha sido muy cautivante porque tiene un sentido del humor inagotable. Además es un tipo muy inteligente, por lo que conversar con él es una pequeña fiesta”.

La muerte

En aquella oportunidad conversaron sobre la vida y la muerte. “Y él sabía muy bien lo que todos sabemos, que somos un cuerpo vivo y que todos los cuerpos vivos mueren. Vamos muriendo todos los días”, señaló Morales Toro.

La muerte nunca fue un tema explícito en la obra de Parra, sin embargo siempre estuvo presente, sobre todo –asegura el académico- en el libro Artefactos (1972) “donde todo se desintegra, empezando por el libro mismo (es una caja con tarjetas que contienen los poemas). Con él, su personaje, una especie de antihéroe, también se hace pedazos al igual que el libro. De manera que si lees Artefactos, notas que la muerte está presente de una manera invasiva, sólo que siempre tratada desde el punto de vista del humor, de la ironía, del sarcasmo”.

En Artefactos además hay una influencia de su profesión pues está repleto de silogismos. “No cabe duda que la formación de Nicanor en las Matemáticas, en la Física está detrás de ese tipo de construcción y se puede percibir a cada rato”, aseguró el académico.

Morales Toro destaca esta publicación porque asegura que marca un quiebre en su literatura: “Artefactos es una parte importante de este proyecto suyo. Estoy convencido de que este proyecto, como todos, tiene su cierre, su momento de cumplimiento o de acabamiento. Eso pasa con los dos libros de Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977 y 1979). Es más, el último poema realmente intenso que se publica es El hombre imaginario. Cuando uno dice que en la historia de la poesía chilena Parra es una figura insustituible, se está pensando en esa poesía que culmina en 1979. El resto de su obra no es una poesía subversiva sino que privilegia el espectáculo verbal”.

Visionario

Parra es considerado el creador de la antipoesía, un género literario que utiliza elementos del lenguaje común modificándolos al extremo del absurdo, como una forma de atraer la atención del lector. Sin embargo, Morales Toro considera que va más allá de esto: “La poesía de Parra es antipoesía, pero anti-qué-poesía. Lo que él tiene en frente es la poesía de Huidobro, de Neruda y de alguna manera la poesía de Parra es anti-esa-poesía, porque en ella hay un sujeto y ese sujeto es modernista, por lo tanto, es un sujeto utópico, visionario. Pero ocurre que la antipoesía es antiutopía, es anti-sujeto-visionario. De alguna manera Parra se anticipaba a lo que vivimos hoy día como la muerte de las utopías”.

Herederos literarios no ha tenido. Sin embargo –destacó Morales Toro-, “la poesía de Parra produjo en la poesía chilena una gran apertura, incluyendo al hombre de todos los días, a ese que cruza la calle y está pendiente del semáforo para que no lo atropellen; ese tipo de personaje que no estaba en la poesía hasta ese momento. Nicanor lo introduce de la mano de su lenguaje, palabras o frases que uno asocia con la vida cotidiana. Esta es la apertura por donde transita luego una enorme cantidad de poetas. De alguna manera –concluye- todos somos herederos de Parra”.

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