Carmen Disa Gutiérrez y Francisca Imboden, o mejor dicho Margot Miranda y Aída Santis, son las actrices rivales de “Bambalinas de sangre”, el inquietante montaje de teatro/cine que bajo la dirección de Los Contadores Auditores –Felipe Olivares, Juan Andrés Rivera- continúa en nuestra plataforma online.
Producida por Cultura Capital y nuestro Teatro, la nueva obra de los célebres directores –“Avalancha”, “Vivo por ella”, “Morir de amor”- aborda la antigua pugna entre una diva de las tablas –Carmen Disa Gutiérrez- y una diva de la fotonovela –Francisca Imboden-, quienes tras ser convocadas por una joven directora –María Gracia Omegna- para ensayar un nuevo montaje, constantemente se lanzan comentarios mordaces, generando un ambiente atemorizante, de insospechadas consecuencias, al interior del misterioso Teatro Escarlata, a fines de los años ’60.
No es común en las tablas chilenas estrenar una obra de terror/suspenso. ¿Qué pensaron cuando les propusieron actuar en “Bambalinas de sangre”?
Francisca Imboden: Me entró altiro el bichito de la curiosidad. Claro, cuando leí el guión pensé “ah, cómo hacer sustos” y ahí me acordé que sería una especie de película, porque como obra de teatro tradicional es complejo asustar, ya que el público ve cuando entras o sales del escenario (…). Con el cine también lo saben, pero el formato se presta más para la fantasía (…). Entonces cuando vi la obra en pantalla, con música, con colores, dije: “se logró el suspenso”.
Carmen Disa Gutiérrez: Me atrajo bastante, porque es un género diferente a mis trabajos anteriores (…). La vi como película de cine antiguo: más bien de suspenso y con bastante humor negro (…).
Este montaje de teatro/cine presenta actuaciones más teatrales que cinematográficas. No son interpretaciones “realistas” como en las películas de Hitchcock; filmes de los que la obra toma, en parte, referencias.
F. I.: Varias teníamos el prejuicio sobre la actuación en cine: más minimalista, naturalista. El gesto dice poco, el ojo se mueve poco, la forma de hablar es más para adentro. Pero los Contadores nos decían que esto era teatro, que lo cinematográfico iba por el lado del plano, del color, de la música (…). Debíamos parodiar al cine de suspenso y de terror de directores como Hitchcock, quien tampoco fue tan naturalista, porque sus actrices se ponían en poses medio torcidas. Estuvo esa referencia cinematográfica, pero más exagerada (…).
C. D. G.: En el teatro lo más importante es el actor, mientras que en el cine, si bien importa el actor, prevalece la imagen para contar una historia (…). Y aquí resultó una mixtura, porque se apeló a una época de actuaciones más sobreactuadas, porque las actrices de películas antiguas, en escenas de gritos por ejemplo, se quedaban así mucho rato. El gesto se agrandaba, al igual que en “Bambalinas…”.
A nivel masivo ambas son reconocidas por sus participación en teleseries. ¿Ayudó esa experiencia para actuar bajo este formato de cine/teatro?
Francisca Imboden: El trabajo con la cámara finalmente se relaciona con sostener planos; acordarse bien de los gestos hechos; fijarlos sin ser esquemática o torpe, para después darle continuidad a los planos cuando se unen. Eso es aprendizaje de cine, de tele, y ayudó para estas grabaciones. Pero nada más, porque con “Bambalinas…” no calzó tanto el formato de televisión, ya que era más expresionista.
Carmen Disa Gutiérrez: Son muy distintas las teleseries al cine. En el cine a veces importa más una simple mirada, gesto o palabra que el director va uniendo de forma no ordenada. No son escenas completas, a diferencia de la grabación de una teleserie. “Bambalinas…” era más teatral en ese sentido, porque hacíamos escenas completas.
¿Cómo abordaron el divismo de ambos personajes para generar la inquietante atmósfera de “Bambalinas de sangre”?
F. I.: Mi personaje –Aída Santis- es profundamente insegura frente a Margot Miranda –Carmen Disa Gutiérrez- al ser actriz de fotonovela. Siente en el fondo ese prejuicio de “actriz clase B” y por eso la construí intentando demostrar que es más de lo que realmente es: segura de sí misma, controlada, circunspecta, seria (…). Así nadie la podría ver exagerada, mal vestida o que no llegó con sus textos. Como su formación profesional es de fotonovela, sus gestos, sus poses, son más fijos. No fluye. Le cuesta mucho fluir.
C. D. G.: Hubo una época en que existió la actriz de fotonovela y la actriz de teatro. Cuando estudiaba teatro se decía que los actores no debían hacer teleseries, porque era un género menor. Son rivalidades que en el mundo de la actuación han existido siempre. Entonces no nos costó construir estos personajes, además que el texto, aparte de divertido, estaba muy bien escrito (…).
¿Alguna escena elocuente, de risas incómodas para el público, que grafique esta tensa calma?
F. I.: La parte cuando Carmen Disa llegaba al teatro y se sentaba en las butacas, pero bien lejos, porque ninguna se iba a acercar a la otra. Toda esa conversación con subtextos, diciéndose unos palos horribles, y a la vez súper simpáticas, con la sonrisa puesta, resultó una escena súper buena.
C. D. G.: También nos reímos mucho cuando Francisca iba subiendo al escenario coja e indignada conmigo y se ponía a discutir: “¡Tú, mira lo que me dijiste…!”. Era muy absurda la situación.
Bambalinas de Sangre
23, 24 y 25 de septiembre – 21:00 Hrs – ONLINE
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