En 2017 la creadora escénica nacional Ana Barros se embarcó en un proyecto que indagaba en la historia de su madre, quien fuera presa política durante la dictadura militar, para reflexionar en torno a cómo esas vivencias repercuten en nuestros cuerpos. El resultado de ese proceso fue «Telúrica, anatomía de la memoria», una propuesta multidisciplinaria que trabaja el dolor por medio de la resiliencia y se encamina hacia una reconstrucción de los individuos como seres humanos. Un montaje que podrás ver este 28 y 29 de enero, a las 20:00 horas, en el TEATRO NESCAFÉ DE LAS ARTES como parte del festival Santiago Off.
«Más que una obra política, que por supuesto lo es, «Telúrica» es una obra sobre lo humano, la importancia del vínculo, y del rescatar las cosas más esenciales que finalmente nos unen», afirma la directora Ana Barros.
Para Barros el enfoque principal estaba en las mujeres que, como su madre, habían sufrido durante la dictadura, así que empezó a entrevistar a varias de ellas desde una perspectiva personal. «Me di cuenta que eran mujeres súper power, que de alguna manera seguían estando activas socialmente», afirma sobre esa primera etapa en la que entendió que estos testimonios tenían que ser visibilizados «como una lección, como una herencia que debemos tener como sociedad».
Luego, al tener seleccionados los intérpretes que la acompañarían en esta aventura, realizó el mismo trabajo con cada uno de ellos, buscando sus referencias o vínculos con la dictadura, con una tesis clara en mente: «cuando una persona es torturada o tomada presa, no solo se daña a esa persona sino también al entorno familiar y de amigos, y luego es toda una sociedad la que de alguna manera acarrea este hecho traumático».
Así nació «Telúrica», una obra que a través de la danza y teatralidad ejercita nuestra memoria para poder enfrentarnos a nuestro presente de una forma más esperanzadora. Sobre el trabajo artístico, el presente de nuestro país y su presentación en nuestra sala como parte del festival Santiago Off, conversamos con Ana Barros, su directora e interprete.
– Sobre este montaje dijiste: “Lo que está en nuestra memoria está en nuestro cuerpo”. Imagino que lo que está en el presente también. Siendo ésta una obra política, ¿cómo repercutió lo ocurrido en Chile en el último tiempo en su trabajo?
Más que una obra política, que por supuesto lo es, por sobre todo es acerca de lo humano, de la importancia del vínculo, del rescatar las cosas más esenciales que finalmente nos unen. No es para nada panfletaria o tiene un discurso muy político; es íntima, biográfica. Hay pura verdad en la obra. Son las voces verdaderas de las mujeres, son las voces verdaderas de los intérpretes, desde sus propias experiencias de niños. Eso es lo más interesante de la obra: es para todo espectador. Por eso la gente se siente tocada, porque es una obra humana.
Respecto al estallido social, siento que cuando realmente una sociedad no logra mirar la historia; no logra hacer memoria; construir una memoria colectiva; ponerse de acuerdo sobre qué está bien o mal; defender de alguna manera lo humano antes que lo económico; ponerse de acuerdo en ciertas cosas valóricas y éticas, siempre va a terminar pasando esto. La gente ya no da más porque no hay una forma de construir una sociedad que sea basada en la memoria y en la ética. Esa es una gran deuda que tenemos con la época de la dictadura. Hicieron informes y todo, pero no se ha logrado hacer la reparación. Hacer el trabajo de reconocer, de ponernos de acuerdo, de hacer justicia. Entonces pasa esto, que se construye una sociedad en base a puras cosas externas, puras cosas importadas, un modelo económico que finalmente no tiene mucho que ver con nosotros o con construir una sociedad para todos. Éramos una cosa que parecía vacía y sin identidad, pero finalmente estalla y resulta que sí la tenemos, pero no es esa que nos quisieron imponer.
– «Telúrica» nace por la necesidad que tuviste de entender la herencia que te dejaba la historia de tu madre y la de Chile en general. ¿Cómo fue la selección del elenco, en un trabajo tan personal y cómo fue la preparación?
Fue para mí en lo personal un gran desafío, porque yo llevo muchos años haciendo esto y era la primera vez que enfrentaba esta temática de manera tan directa. Si bien es cierto esto está impregnado en todo mi trabajo, nunca la había enfrentado tan directamente. En lo emocional fue bastante fuerte. Trabajé con bailarines con los que ya tenía un vínculo emocional o por alguna parte. Finalmente es muy loco, porque uno piensa que quizás hay pocas personas, pero te das cuenta que es mucho más de lo que uno piensa, que hay muchas más historias que no se han contado, lo que es lo interesante de la obra, que se construye con la micro historia, un nuevo relato. Qué importante eso, porque finalmente la historia siempre, como dice el slogan, se escribe por los vencedores. Pero la historia es algo mucho más complejo, es algo mucho más personal que se construye de micro historias. Eso es lo lindo de esta historia, hay distintas generaciones y algunos no vivieron su infancia en dictadura, pero sí tienen un tío, o escucharon, o finalmente esa violencia que no es solo monopolio de un sector, es una violencia en la que podemos llegar hasta el infinito hablando de ella. Por ejemplo, el patriarcado es una violencia sobre los cuerpos, yo incluso pensé que esta obra desde lo particular de mi experiencia podía pasar a vincularse con otras experiencias de dolencia del cuerpo, quizás incluso hasta en otros lugares del mundo, con otras historias, porque finalmente es una obra no solo de política, es universal. En ese sentido toca a cualquiera.
– Es un trabajo multidisciplinario que incluye registros de diversos tipos, además de mezclar danza y teatralidad, ¿cómo fue ese desafío?
A mí me pasa que como creadora no solo veo el movimiento. Yo me imagino imágenes, veo colores y texturas, voy viendo otras cosas y las comparto con mi equipo y de alguna manera conversándolas se van generando y finalmente plasmando en la realidad. Por ejemplo, el video lo hicimos con Cristóbal Sahr, le dije la idea que tenía, nos juntamos y estuvimos toda una tarde experimentando con agua, con tinta y pusimos una cámara, fue todo un laboratorio para crear este video que es muy minimal y muy sugerente, que acompaña la escena. Así todas las materialidades van saliendo de un lugar muy intuitivo. Por ejemplo, yo tenía muchos metros de tela que me había regalado mi padre hace muchos años y de repente lo empecé a ver en escena y apareció, por lo que es una tela que está ahí y es bonita, pero también tiene una historia biográfica. Entones así se va construyendo toda la obra desde un lugar muy sensible e intuitivo, permitiéndome que eso ocurra con el apoyo de todo el equipo.
– Escuché que habías tenido que hacer adaptaciones de “Telúrica” a distintos contextos y escenarios. ¿Cómo fue adaptarla para llegar a un espacio como el TEATRO NESCAFÉ DE LAS ARTES?
Estamos en ese proceso. Llamamos a un intérprete más, ya no son cuatro sino cinco, para estar con más intérpretes. Por ejemplo, hace un tiempo nos presentamos en el Museo de la Memoria, hicimos una versión afuera en el espacio público, en una bajada que hay. Eso fue muy interesante porque hicimos toda una adaptación coreográfica a un escenario que era en declive, donde llamamos a cinco intérpretes más, entonces eran nueve en escena. Todo eso va alimentando la obra, nutriéndola y alimentando a su vez a los intérpretes que se van quedando. A mí me gusta pensar la obra más bien como algo vivo, que también está mutando, está cambiando y creciendo, que abre espacio a otras posibilidades. Me gusta pensar las obras así, no como algo que se termine, que se cierre y no salga de ahí. En ese sentido mi inquietud va siempre en aumento y voy poniendo la obra a prueba de distintas escenas, intérpretes y posibilidades.
– ¿Qué esperan de su llegada a nuestra sala como parte del festival Santiago Off?
Esperamos estar a la altura de un tremendo escenario como es el TEATRO NESCAFÉ DE LAS ARTES. Estamos súper contentos de estar ahí, es un lindo escenario. Estamos felices, en realidad. Y poder dar ahí todo lo que sabemos hacer, con amor, con cariño, con entrega. Poder contactarnos con la gente y comunicarnos, porque finalmente eso son las artes escénicas: pura comunicación.
«Telúrica» – Festival Santiago Off
28 y 29 de enero – 20:00 horas
Entradas en ticketek.cl, y sin recargo en boleterías del Teatro y Comunidad de las Artes (Av. Providencia 1266).
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