Ana Prada

Ana Prada: «vivir como yo vivo es también una militancia»

«Tengo mucha ilusión de volver a Santiago y reencontrarme con el público chileno que hace tanto que no nos vemos», dice Ana Prada al teléfono desde Uruguay. Ocho años después de su última visita, la cantautora cuyas canciones han acompañado al movimiento feminista regresará a nuestro país para ofrecer un único concierto este 28 de junio.

Este reencuentro será muy especial no sólo por el tiempo que ha pasado, y las canciones, aplausos y experiencia que la artista de Paysandú ha ganado en el camino, sino también porque en su presentación en el TEATRO NESCAFÉ DE LAS ARTES le acompañarán grandes invitadas nacionales: Maida Larraín, Natalia Contesse, Paz Court y Yorka, además de su banda.

Ese cartel es muestra del espíritu colaborativo que ha marcado parte de la trayectoria de Ana Prada, quien además de sus tres discos solistas –Soy sola (2006), Soy pecadora (2009) y Soy otra (2013)- ha compuesto y grabado junto a otros creadores, como Teresa Parodi, Queyi, Patricia Kramer y Larbanois & Carrero, entre otros.

Su música suele estar marcada por la sinceridad de sus letras y la belleza de sus composiciones. Al hablar sin tapujos de sus vivencias, emociones y sexualidad, sus canciones han servido de refugio y bandera a distintas organizaciones e iniciativas vinculadas con los derechos de la mujer y la lucha por la igualdad. «Considero que estamos en un momento histórico muy efervescente», asegura, destacando lo mucho que se ha avanzado en los últimos años y, al mismo tiempo, todo lo que queda por hacer.

A días de su regreso a Chile, conversamos con Ana Prada sobre inspiración, desarrollo artístico, hermandad y activismo.

– Creciste en una casa rodeada de música, ¿cuáles son tus primeros recuerdos musicales?

La música fue siempre una cosa que estaba de costadito, porque cuando yo era chica no sé si existía una posibilidad de vivir de la música. Siempre había instrumentos en casa, mi padre toca piano, toca la guitarra, había tocadiscos y había música, pero siempre como algo paralelo a una carrera. Yo soy psicóloga, por ejemplo, y tengo unos primos hermanos (Daniel, Paula, Diego y Jorge Drexler) que son músicos y son todos médicos. Como que el mandato familiar era poder darnos la posibilidad de estudiar una carrera, y al final la música se fue tomando la vida de cada uno y terminó siendo nuestra principal profesión. Esa impronta de asociar la música con el encuentro, con los amigos, con las emociones, con la risa y con el llanto, que desde chica estuvo en casa presente, creo que me marcó bastante como para que forme parte de la música de mi vida, cien por ciento. Fue un poco así, de manera inconsciente.

– Cuando empezaste en la música fuiste parte de diferentes grupos, hasta que sacaste tu primer disco, Soy Sola. ¿Qué te llevó a tomar la decisión de emprender como solista?

Creo que fue el cambio de década. Había cumplido los 30 años y hacía más de 10 que me subía a los escenarios con distintas propuestas, con Daniel Drexler, con Pata Kramer, con el cuarteto vocal La Otra, con Rada para niños. Incluso me iba bien mientras estudiaba psicología y me recibía. Estaba cómoda, estaba feliz, me encantaba todo lo que hacía, pero empecé a sentir una necesidad (…) Ahí empecé a tirar alguna cancioncita, sin pretensiones de grabar un disco. Después fueron saliendo otras y lo produjo Carlos Casacuberta, que es un gran músico uruguayo ex integrante de El Peyote Asesino, una mítica banda de acá. Fue un tiempo de trabajo, de componer, pensando llevarle las canciones a él, a ver qué le parecían, mientras la vida seguía. Así surgió Soy Sola, se grabó acá en Uruguay, se editó en España, también en Argentina. A partir de ahí me empecé a mover mucho y seguí componiendo, Soy Pecadora, Soy Otra, el disco con Teresa Parodi, varias participaciones con otros artistas. Ahí ya se entró como a perfilar rápidamente este camino, de hacer mis canciones y hacer mis disquitos. Pero no sé, fue como esa necesidad de ver qué sale de mí, qué tengo para decir yo, más allá de participar con otros artistas.

– Has dicho que en el disco Soy Sola sentiste que estabas como «pidiendo permiso”, en el sentido de que quizás las letras fueron menos jugadas. Soy Pecadora es mucho más lanzado y Soy Otra te muestra con una seguridad muy grande. ¿Cómo fue para ti el proceso entre un disco y otro?

Cuando uno muestra sus primeras cosas no sabes mucho lo que va a pasar. En mi caso yo ya andaba en la escena musical uruguaya, entonces había cierta expectativa y eso te pone más nerviosa. Entonces fue como “bueno, permiso, acá tengo estas cancioncitas”. Yo digo eso de pedir permiso porque en realidad Soy Sola es un disco que yo me remito en la imaginación, yo hablo de la realidad de una mujer de treinta y tantos años. Pero en mi cabecita, cuando estaba componiendo, a mí se me venían mucho los paisajes de mi Paysandú natal, de mis ríos, de la naturaleza, un disco más campestre, por decirlo de alguna manera; no por la sonoridad, sino por dónde yo me situaba a la hora de componer, emocionalmente hablando.

Después Soy Pecadora fue como revolucionario, como decir “estoy acá parada, quiero decir esto, me pasa esto y quiero patear el tablero”, un poco más rebelde. Y bueno, Soy Otra fue un disco bien distinto ya, transitando bastante en estos andares de la música, un disco bien pensado con la banda argentina con la que estoy tocando hace años. Ahora tengo ganas de abocarme al próximo disco, que seguramente será para el año que viene.

– En este camino también se fue haciendo cada vez más importante o notorio tu activismo y te convertiste en una referente en temas de género, ¿fue algo que buscaste conscientemente o se fue dando de forma natural a partir de tu música?

No lo busqué conscientemente para buscar un resultado. Tampoco oculté nada de mi vida y creo que uno mostrarse tal cual es, y vivir como yo vivo y contar lo que cuento, es también una militancia. Nunca estuve participando activamente en grupos feministas, y eso que agradezco mucho que existan porque gracias a muchas de esas luchas, he tenido y todas hemos tenido un montón de derechos que antes no teníamos: el derecho a trabajar fuera de tu casa sin pedir permiso, el derecho a tener una cuenta bancaria, a tener una independencia, a votar… Te digo los básicos que parece que fuera una cosa natural y en realidad fueron conquistados hace relativamente poco. Entonces a partir de “Soy Pecadora” empezaron a surgir preguntas, sobre todo en la prensa. Como 10 años atrás estábamos mucho más en pañales todavía con las luchas feministas (…) en aquel entonces era como una vocecita que se alzaba que era yo diciendo “Soy Pecadora” y eso generó una simpatía, una adhesión de un montón de gente y de grupos, sobre todo las minorías discriminadas que se acercaron mucho a mí y a mi trabajo. Gracias a ellos yo pude ir a congresos, empecé a entender, a aprender, a leer un poco y a saber la historia de las conquistas, de cómo eran antes las cosas y me abrió mucho la cabeza. Realmente me comprometo mucho con estas luchas. Considero que estamos en un momento histórico bastante particular, muy efervescente, muy peculiar de cambio, de una revolución distinta, una revolución más desde la inclusión, la tolerancia, la no violencia, la igualdad de oportunidades para niñas y niños, y mucho más que podríamos hablar dos días (ríe).

– ¿Crees en la música como una herramienta de cambio?

Sí, absolutamente. No en vano lo primero que se cercena cuando hay gobiernos totalitarios o dictaduras o rupturas de los derechos individuales, los más perseguidos han sido históricamente los músicos y los maestros. Se pretende que la gente no piense, y la música es una herramienta muy poderosa no sólo por su convocatoria, sino por su llegada emocional. La música emociona, trabaja, y siempre es una herramienta interesante para comunicar. Uno puede escuchar música solo para divertirse y nada más, y también hay música que te dice algunas cosas que te mueven el pensamiento, la crítica, algo. El arte en general me parece una herramienta muy potente de generar pensamiento crítico, de generar revoluciones. Por lo general el arte es vanguardia, y la música es una manifestación artística con una llegada rapidísima, inmediata y muy poderosa.

– Grabaste un disco junto a Teresa Parodi, has colaborado con distintos artistas y en tu visita a Chile tendrás a varias artistas nacionales como invitadas. ¿Qué impacto tienen los vínculos que generas con otros creadores en tu trabajo como artista?

Creo que adentrarse un poco en el universo sonoro de otros compositores y otros artistas, es siempre enriquecedor. Nunca no lo es, siempre algo te deja. Cuando uno logra conocerse más y hacer trabajos juntos, uno comparte ese universo interior, ese universo emocional con el otro y se generan cosas re lindas. A veces surgen canciones y a veces surgen amistades o complicidades. Se genera algo que va más allá de las palabras, que tiene que ver con una conexión especial. Cada uno trae su impronta, su música regional, sus recuerdos de infancia, lo que le está pasando en el momento, la realidad de sus países, entonces eso es muy lindo de poder conocer a los demás y conocer otras realidades a través de sus cantores y compositores. Y bueno, también hermanarnos como pueblos, como latinoamericanos que somos.

Ana Prada – Mujeres Íntimas

Viernes 28 de junio – 20:30 horas
Entradas disponibles en Ticketek, y sin recargo en boleterías del Teatro y Comunidad de las Artes (Av. Providencia 1266) con descuento para socios.
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