Desde que era niña, la relación de Esperanza Restucci con la música fue intensa y el camino natural era dedicarle su vida. Actualmente comienza a posicionarse como una de las voces líricas más destacadas de la escena nacional, tras un largo camino que tuvo sus inicios en los sonidos pop soul.
«Un concierto clásico debiera ser un momento para frenar la locura en que uno vive y tener una conexión más íntima», asegura Esperanza Restucci.
Junto a su cuarteto Helios, la célebre diseñadora Lupe Guajardo, la artista visual Liú Marino y el pintor Guillermo Lorca, ahora la cantante realiza un ambicioso proyecto: la «Gala Barroca», una instancia en que la música y el arte de los siglos XVII y XVIII se tomarán el Teatro NESCAFÉ de las Artes, regalando un viaje único el día 9 de mayo a las 20:30 horas.
Conversamos con Esperanza Restucci sobre su variada carrera en la música, los años que estudió en Europa, su amor por lo barroco, la historia del cuarteto Helios y los detalles de este alucinante espectáculo que pronto podremos ver en nuestra sala.
– Tus inicios estuvieron ligados al pop, luego estudiaste canto lírico y más tarde decidiste viajar a Alemania para perfeccionarte. En concreto, ¿cómo nace tu gusto por la música barroca?
Es muy interesante. Estuve cerca de 6 años estudiando en Alemania con Peter Frank, un especialista de romanticismo alemán, entonces «mi especialidad» o donde yo me he desarrollado más a nivel académico, ha sido el romanticismo alemán: bel canto, Mozart, Lied alemán, Schumann, Schubert, a parte que el idioma lo domino muy bien. Curiosamente canté un poco de barroco, porque allá siempre hay que cantar cosas de Bach y Vivaldi, aún así nunca fue algo que me interesó mucho desarrollar, pero me gustaba igual. Yo tengo una amiga que por esos años vivía en Italia y un par de veces nos juntamos a hacer unas audiciones en Roma y Milán, y ella me llevó unas partituras de Vivaldi y me dijo: «esto es para ti, te va a quedar increíble esta aria», que era «Vedro con mio diletto». Esa es el aria con que vamos a empezar el programa en esta gala, es la que me abrió los ojos al mundo barroquista y a Vivaldi. Luego volví Alemania y le mostré a mi profesor la partitura, él la conocía obviamente, la empezamos a estudiar y en ese minuto, curiosamente, me dice que hay un cantante barroco que debía escuchar: Philippe Jaroussky. Escuché esa aria cantada por él y morí de amor, fue un amor fulminante. Así comencé a interesarme por el barroco, pero yo seguía con mi repertorio de Lied y romanticismo, y canté mucha música de cámara clásica latinoamericana.
– Y al regresar a Chile, ¿cómo se formó Helios?
En 2012 volví a Chile y esto fue idea de mi papá. Me dijo: «oye, Luciano Taulis es un chico que toca viola da gamba, toca increíble, es muy talentoso, no sé si está con muchos proyectos, de repente arma algo con él». Yo lo conocía de nombre porque era hijo de un amigo de mi papá, pero nunca lo había visto. Lo llamé y le propuse hacer un grupo, le conté que venía llegando de Alemania, que estaba sin proyectos, como flotando en el aire, y que podríamos armar algo, me dijo: «ya, perfecto, podríamos armar un cuarteto, me gustan las arias barrocas». Empezamos a ensayar y al tiempo me dice que tenía un amigo que venía llegando de España, que tocaba violín y se llamaba Raúl Orellana, y nos juntamos con él y fue como amor a primera vista, musicalmente hablando. Nos quedamos con este cuarteto que todavía no era cien por ciento barroco porque era con un pianista, no con un clavecinista, primero estaba José Tomás Moscoso. Yo empecé a inventar un concierto por aquí, otro por allá, bien independiente todo, y la cosa comenzó a agarrar cuerpo y nos llevábamos súper bien como amigos, lo que creaba una energía muy rica. Después pasó de ser algo independiente y relajado, a algo más profesional e integramos a Camilo Brandi en el clavecín, ahí me tuve que poner las pilas y empezar a sacar más arias y a entender más el estilo, con la ayuda de Raúl que me aconsejaba qué podría aprender.
– Tú comenzaste a fines de los ’90 con tu grupo de soul/pop Masticables, ¿cómo fue el cambio de la música pop a la lírica?
Un tremendo shock. Fue un proceso súper difícil para mí, una lucha interna media heroica. Yo estaba muy atrapada en el pop y tenía toda mi energía en ser una cantante pop como Whitney Houston, entonces esta idea de estudiar canto lírico y aplicarlo al pop era para tener una técnica increíble y poder hacer todos los fraseos del pop. Pero cuando tenía como 19 años mi profesor de canto, José Quilapi, me dijo: «todo bien, haz lo que quieras con el pop, pero si te dedicas sólo al pop te vas a perder porque tienes talento para el canto lírico, tienes una voz idónea, tienes unos agudos increíbles y una voz súper linda para el canto lírico». Y yo esa frase «te vas a perder» me la tomé en serio, pero me costó mucho hacerlo. Tampoco era compatible ser cantante pop y lírico a la vez, había un momento en que te tenías que tomar la cosa en serio y tenías que estudiar rigurosamente varios años y ese desarrollo no era compatible con el pop, porque en ese proceso de formación no es compatible, era lo uno o lo otro. En un momento la cosa se puso súper álgida porque apareció un productor gringo que me quería producir un disco pop, y al tomar la decisión opté por lo lírico. Es más solitario, difícil y árido, pero el amor por la ópera era más fuerte que las propuestas más masivas.
– En tus años en Europa, ¿cómo ganaste experiencia más allá de tus estudios?
Mi carrera ha sido lenta y yo siento que soy una cantante atrasada, desde un cierto punto de vista, porque no tengo estudios académicos, sino que siempre tuve maestros particulares: la primera etapa fue con José Quilapi acá en Santiago por cuatro años y después estudié tres años con Ricardo Kistler. Fue muy mística la forma en que yo fui aprendiendo con estos profesores y lo distinto que era cada uno. El primero me ayudó a sacar la voz y a darme cuenta de que había potencial y talento, mientras que la etapa con Kistler fue de formación de estilo. Cuando llegué a Alemania, yo tenía un poco de pánico escénico y me tomó un profesor muy bueno, Peter Frank, académico de la escuela de Weimar, y me dijo: «tú vienes de Latinoamérica, acá es todo muy distinto. Olvídate de todo lo que sabes». A los 29 años, me dio un ataque de todo, pero él estaba tan convencido de lo que me decía que le dije «ya», y empecé de cero. Él fue la persona que realmente me ayudó a tener seguridad en el escenario, porque hicimos varios conciertos de cámara chicos junto a pianistas de la Universidad Franz Liszt de Weimar y empezamos a tocar mucho. Después todo se puso más profesional y allá en Alemania agarré confianza sobre el escenario.
– ¿Cómo se gestó este evento junto a Helios, Lupe, Liú y Guillermo, y qué importancia tiene cada uno de ellos?
Esta idea mía parte hace mucho tiempo. Conocí a Guillermo cerca del año 2013 en Alemania, yo vi una entrevista de él y me quedó dando vuelta que lo iba a conocer. En estas idas a Alemania, yo estaba allá, y me manda un mensaje diciendo que estaba allá y que nos podríamos tomar un café, así lo conocí en Berlín. Nos empezamos a hacer muy amigos y acá en Santiago yo iba mucho a verlo, porque tenía un taller en Yungay y me fascinaba verlo pintar, no podía creer este personaje en pleno siglo XXI pintando así con los óleos. Un día lo vi pintando un cuadro específico: «Fiesta de Disfraces» y estaba muy complicado él de cómo resolver ciertas escenas y me empezó a hablar del horror vacui (el miedo al vacío) y ahí se me ocurrió tener en un concierto barroco una escenografía vinculada a su obra, porque lo encuentro super teatral y fascinante. Hicimos algunos experimentos con proyecciones, aunque mi idea original era animar un cuadro, pero ese proyecto era muy caro. Así que lo simplificamos y este año me encontré con Liú Marino, que es una excelente directora de arte y amiga mía desde chica, y se fue ensamblando todo, porque ella conocía a Guillermo. Y por otro lado a Lupe la conocía de antes y habíamos hablado de hacer un vestido para mis conciertos y nos fuimos conociendo y en algún minuto hicimos un experimento con un vestido que tenía impreso un cuadro del Guillermo y ese quedó para la campaña de esta gala. Este proyecto es muy intenso y yo creo que el resultado final será una mezcla del cariño de muchos amigos trabajando juntos y la potencia artística de cada uno de nosotros.
– ¿Cómo fue la selección de temas para esta oportunidad? ¿Habrán arias italianas o piezas en alemán, por ejemplo?
El fuerte es Vivaldi, hay conciertos para violín y orquesta como «Il Grosso Mogul» que es un concierto virtuoso, que debes ser virtuoso para poder tocarlo y también hay una mezcla del concepto «claro/oscuro» que a mí me gusta mucho, porque yo veo una mezcla de lo femenino con la voz y lo violinístico melódico con lo masculino. Son tremendos conciertos, se requiere virtuosidad objetiva, es decir, o tienes talento o no lo puedes tocar. Entonces todos en general estamos llevando nuestro talento al límite. El proyecto en sí es una joya, un lujo, algo bien de nicho pero una apuesta que va por convocar a nuevas audiencias.
– ¿En qué consistirá esta «Gala Barroca»?
Sencillamente es un concierto de música barroca, con ocho músicos entre nosotros, el cuarteto Helios, y para ampliar nuestro concierto invitamos a cuatro músicos. Tenemos a Gonzalo Beltrán, que es el violinista de la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica; tenemos a músicos jóvenes, Claudio Faúndez (contrabajo), Simón González (violín) y a Paulina Sauvalle que es parte de la Orquesta Nuevo Mundo. Es un concierto de cámara, como una mini orquesta. Está dividido el programa en una parte instrumental y en arias de ópera. Yo haré siete arias de ópera, pero el plato fuerte es Vivaldi.
– ¿Qué se va a encontrar el público que vaya a ver esta «Gala Barroca» el 9 de mayo en el Teatro NESCAFÉ de las Artes?
Se va a encontrar con algo muy distinto que no se ha hecho nunca acá, ese es el mensaje. Va a ver la fusión de disciplinas con alta estética y mucha belleza, y un contenido espiritual muy potente que es la música. Algunas de las arias hablan de seres superiores, como “In Lagrime stemprato” del Oratorio Maddalena ai piedi di Cristo de Antonio Caldara, una de las que más me gusta, habla de la experiencia de ella frente al Cristo en la cruz, un momento de intimidad muy profunda en el que yo me siento identificada con ese contenido, porque me parece que un concierto clásico debiera ser un momento para frenar la locura en que uno vive actualmente y tener una conexión más íntima. Uno tiene que prepararse para entregar algo distinto, y esto es lo más distinto que uno puede entregar, que la gente reciba un momento de paz y calma, siendo que hay muchas arias que son muy aceleradas, virtuosas y rápidas, pero entre medio puse ésta que para mí es una meditación y un contrapunto, como una instancia de religiosidad en tiempos modernos.
Gala Barroca
Miércoles 9 de mayo 2018 – 20:30 horas
Entradas a la venta a través del sistema Ticketek, y sin cargo por servicio en boleterías del Teatro y centro de atención de la Comunidad de las Artes (Av. Providencia 1266) con descuento para socios.
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