Ernesto Holman: «el etnojazz es un árbol que ya está dando frutos»

El bajista Ernesto Holman inició su trayectoria en el grupo Congreso, donde se desarrolló entre 1980 y 1984, dando posteriormente el paso a su carrera solista, en la que terminó encontrando su propia identidad al mezclar elementos del jazz con los ritmos de la tierra.

«Etnojazz son temas de música chilena con los cuales se improvisa, lo que es propio del jazz, estilo del que vienen los instrumentos que aplicamos».

Una fusión que nombró etnojazz y que está cumpliendo 20 años de existencia, momento que celebrará el jueves 2 de noviembre, a las 21:00 horas, en el Teatro NESCAFÉ de las Artes con invitados que incluyen a su banda de origen y a amigos como Jorge Campos y Joe Vasconcellos.

Para explicar esta amalgama musical de ingredientes propios y foráneos, Holman compara el etnojazz con una cazuela que se cocina con productos nacionales en una olla de teflón hecha en el extranjero, haciendo alusión con esto último a los instrumentos que usa en su interpretación.

De su encuentro con los ritmos de la tierra, el desarrollo de su impronta música, la composición de sus temas y lo que viene para Etnojazz Trío, conversó con nosotros Ernesto Holman en la siguiente entrevista.

– Teniendo como referencia tu acertada metáfora de la olla de teflón, ¿cómo fue el proceso de descubrimiento del ritmo chileno que usas en la fusión etnojazz?

Fue un proceso místico, que tiene que ver con una epifanía. En los años ’90 me empecé a dedicar a la pintura por una necesidad de expresión espiritual, y desarrollé un lenguaje que me permitió que un chamán mexicano viniera a ver mi pintura, porque le habían hablado. Vino, conversamos y me invitó finalmente a una charla de la cosmovisión de su pueblo de México, Otomí. Fui y quedé maravillado, le pedí ayuda a él para encontrar lo que yo andaba buscando, porque estaba en nada espiritualmente, y musicalmente estaba buscando siempre. Él me dijo que me tenía que parar a las tres de la mañana en el patio de mi casa, lo hice y tuve una epifanía… una fuerza que me envolvió y me transmitió ritmos de la tierra, así como “tam, tum, tum, tah”. Escuché tambores y una voz que me dijo “qué música”, escuché muchos tambores y a partir de ahí entendí que el ritmo de la tierra era ese. Ahí comenzó un camino larguísimo de cosas así, entonces descubrí que ese era el ritmo mío, de mi tierra y que yo tenía que desarrollar.

Posteriormente aparece la cultura mapuche, que está relacionada con este ritmo y se suma otro ritmo sagrado que es el choike purrún mapuche. Lo que hace que toda la música que yo hago, todo, esté basado en esos dos ritmos, que son ritmos ternarios (tres tiempos), uno en seis octavos (cueca) y otro en doce octavos (choike purrún). Lo otro vino a posteriori, antes yo grabé dos discos, uno que se llama Ñamco y otro que se llama Al Vuelo del Ñamco, con toda esta temática, pero de un momento a otro se me dio la posibilidad de poder expresar la música que yo hacía en otro formato, porque hacía algo más electrónico con harta percusión, pero no tenía cabida en ninguna parte, entonces en este formato, con códigos más entendibles, llegué al concepto etnojazz, porque son los mismos temas de música chilena con los cuales se improvisa, que es propio del jazz, estilo del que vienen los instrumentos que aplicamos.

– Aseguraste recientemente que “es imperativo retornar nuestra raíces, avanzar hacia ellas para sanarnos, es necesario recuperar nuestra identidad”, ¿qué sientes que ganamos al realizar este retorno?

Es que necesitamos ese retorno a lo nuestro, pero no por una cuestión chauvinista de: “ah, soy chileno, hay que tocar ritmos chilenos”. Tiene que ver con un alineamiento y una armonía espiritual con la tierra, porque habitamos esta tierra y uno le debe honor a ella, tiene que conectarse con la tierra, y la forma de hacerlo es a través del ritmo y de la lengua. En este caso es a través del ritmo que tenemos acá, que es de seis octavas, y es sagrado. La cueca lo tiene, lo que no quiere decir que la cueca es sagrada, sino que el ritmo que contiene la cueca es sagrado. Con este ritmo nosotros nos comunicamos con nuestra tierra y automáticamente nos armonizamos, estamos en frecuencia y desarrollaríamos otra forma de ser, pero eso si estuviéramos conectados, pero no estamos conectados; estamos totalmente desconectados. Esto no es necesariamente de un carácter de que nos tenemos que disfrazar de huaso, la identidad viene sola y si tú te pones en contacto con la tierra, vienen elementos en común. El problema es que como raza tenemos algo que nos une, pero no lo usamos.

– El trabajo de composición lo has descrito como algo que viene directo de la tierra, como concepto y espíritu. ¿Cómo es ese proceso creativo junto a Gustavo Cerqueiras y Josué Villalobos?

Todo parte desde una expresión bajística. Todo el Etnojazz Trío es una expresión bajística, en el sentido de que yo compongo en el bajo para el bajo, lo que es una forma especial, entonces ellos se adosan y me acompañan en este desarrollo de la parte de la expresión bajística, puesto que yo desarrollé un lenguaje en el bajo de seis cuerdas, donde yo toco melodías, hago bajos, ritmos y toda la historia. Entonces, todo tiene que ver a partir de ahí, ese es el núcleo de la punta de flecha donde se junta todo. Digamos que se mezclan los otros dos instrumentistas, que con su maravilloso profesionalismo aportan ese timbre que es el piano (Cerqueiras) y la batería (Villalobos).

– Este trabajo te llevó a obtener el Premio Pulsar 2017 como Mejor Artista Fusión, ¿cómo recibieron este reconocimiento?

Se agradece, es maravilloso, es un impulso. Siempre son cosas que ayudan a seguir trabajando, porque antiguamente los músicos chilenos se quejaban de que no los pesca nadie y por lo menos ésta es una forma de reconocimiento que ayuda a que uno pueda seguir, es un aliciente. Todas estas cosas son un aliciente para poder seguir trabajando, porque si no ya me habría pegado un tiro si nadie me pescara en absoluto, pero ya hay voces que escuchan esto y caminos que se separan, porque hay un camino recorrido y una vuelta a ser tú.

– Sin duda ha habido una consolidación del etnojazz en estos 20 años. ¿Cómo definirías ahora esta creación con todo lo ganado y madurado en este tiempo?

Hay un concepto. El disco que lanzamos el año pasado se llama “De Raíz” y el próximo que viene, te lo adelanto, se va a llamar “Árbol”, porque es algo que creció, ya está instalado, ya no es indiferente, genera una escuela y es gente que está asistiendo a estos caminos, lo escuchan y se van haciendo sus caminos, por lo que considero que se consolida el tema. Esto está basado sobre pilares fundamentales, no es una idea loca y abstracta de algún loco que lo tiró al aire y se le ocurrió, tiene todo un influjo desde la tierra y va pasando y es algo bien trascendente, y eso es lo que va quedando y generando que un árbol vaya creciendo y que las aves puedan poner sus nidos arriba, con las frutas. Bajo este concepto de árbol uno lo podría explicar, ya es árbol la cosa, ya está plantado, no es algo nuevo, sino que ya está dando frutos.

– Elegiste el Teatro NESCAFÉ de las Artes para lanzar tu disco De Raíz. Ahora celebrarás los 20 años de tu innovadora creación nuevamente aquí. Para ti ¿qué hay de especial en este escenario?

Bueno, se unen dos elementos. Uno, que es de los teatros más importantes para espectáculos en Chile, por la seriedad y variedad. Es un teatro importante, entonces no cualquiera está en el NESCAFÉ de las Artes. En bares, uno puede estar cualquier día y cualquier año, pero el NESCAFÉ de las Artes es como ponerse un terno, ir a algo distinto, esa es una parte, una referencia de un teatro que tiene importancia y nombre. Eso para un artista no es lo mismo que tocar en cualquier lado, por lo que es parte del currículum también, entonces es algo importante para mí tocar en el NESCAFÉ de las Artes. Lo segundo es que Alfredo e Irene (fundadores del Teatro) son amigos míos desde hace muchos años, les tengo mucho cariño. Todas esas cosas se unen para sentirme acogido en ese teatro.

– ¿Cómo será la fiesta del jueves 2 de noviembre, cuando celebren los 20 años de etnojazz, como trío y con tus amigos de Congreso, Jorge Campos y Joe Vasconcellos?

Todos ellos, de alguna forma, han sido parte del camino, porque uno en toda esta trayectoria musical comparte con amigos. En Congreso musicalmente partí y desarrollé todo un aspecto desde el bajo cuando tocaba con ellos, entonces partí una especie de carrera cuando estaba ahí, me hice un nombre, por lo tanto es parte importante de mi camino. Celebrar 20 años significa reconocer todo para atrás. Con Joe Vasconcellos también compartimos en Congreso, con Jorge Campos hemos compartido tríos de bajo con Christian Gálvez, que también estará. Originalmente iban a estar los Inti-Illimani, de los hermanos Coulón, pero no van a estar, sólo porque llegan un día después de la gira, se le corrieron las fechas. Pero va a estar también Katty Fernández, que es una cantante amiga que también tengo historia con ella; Jonathan Gatica, un saxofonista que es amigo mío; un cabro que se llama Jota Sepúlveda, un virtuoso del pandero que ya estuvo en el lanzamiento de “De Raíz” y causó sensación con su malabarismo con el pandero. Además, habrán otras cosas más, como una demostración del fruto de lo que está dando el etnojazz, porque hago clases en la Escuela Superior de Jazz y en la Universidad de Chile, también tengo un taller, y de ambos haré una muestra musical con jóvenes.

Ernesto Holman – 20 años de Etnojazz

Jueves 2 de noviembre – 21:00 horas
Entradas a la venta en Ticketek y sin cargo por servicio en boleterías del Teatro y en el Centro de Atención de la Comunidad de las Artes (Av. Providencia 1266) con descuento para socios.
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