Agarrate Catalina vuelve a Chile con su más reciente espectáculo, «Un día de Julio», que se presentará en el Teatro NESCAFÉ de las Artes el 23 y 24 de septiembre. A días de su regreso, conversamos con Yamandú Cardozo, su director, sobre el show más aventurero e innovador de su historia.
«La táctica que tenemos es armar espectáculos que nos involucren muchísimo, que nos conmuevan profundamente y que nos hagan reír hasta agarrarnos la panza», explica Yamandú Cardozo.
La murga más popular de Uruguay llegará con una historia cargada de humor, música, ironía, poesía y crítica social, elementos que han marcado una trayectoria que ya suma cerca de 15 años.
«Julio es un hombre de 48 años que necesita cambiar el mundo que lo rodea», explica Yamandú. «Es un genio que no se anima a salir de su casa. Su madre lo parió en el living y desde ese momento no ha pisado ese mundo que quiere cambiar», agrega.
– ¿Cómo fue el proceso de creación de este espectáculo que, a diferencia de sus trabajos anteriores, se presenta como un cuento?
Fue muy lindo, lo disfrutamos mucho por lo novedoso y por lo deseado desde hace mucho tiempo. Es el primer espectáculo que armamos fuera de los márgenes de un concurso, pero lo elaboramos con el mismo amor y compromiso. No tener tantos límites nos permitió zafar de una cantidad de cosas y hacer uso de la libertad, incorporar el rock con la murga, sumar cosas audiovisuales. Es un trabajo muy experimental para nosotros y, a la vez, es uno de los más murgueros.
También es verdad que por primera vez establecemos un cuento, más allá del eje temático que había sostenido nuestras obras. Fue una novedad para nosotros armar eso con todos los requerimientos narrativos que eso demanda, como los personajes establecidos con cierta psicología y coherencia, con un por qué, con un nudo, con un conflicto y un desenlace.
– ¿Quién es Julio?
Lo interpreta mi hermano Martín, que ha hecho los papeles cómicos más importantes de la Catalina, como Pepe Mujica. Es el que ha tenido la responsabilidad más humorística en el grupo.
En este caso, intentamos que Julio tuviera la posibilidad de hacer una cantidad de cosas que quizás no habíamos podido hacer antes por las normativas de los concursos. Es un personaje con un lógica disparatada, que en una primera instancia aparece como alguien excéntrico al borde del ridículo. Sin embargo, en un par de virajes, su lógica no parece ser tan alocada. Creo que la identificación estará muy cerca con la gente que vea el espectáculo.
– Ya suman varios espectáculos en su carrera, ¿cómo logran reinventarse y ofrecer un show sin puntos débiles? ¿Hay alguna táctica?
La táctica que tenemos es armar espectáculos que nos involucren muchísimo, que nos conmuevan profundamente y que nos hagan reír hasta agarrarnos la panza. Luego de eso, intentamos cambiar nuestras costumbres y nuestra zona de comodidad creativa. Eso tiene un riesgo grande pero tiene unas posibilidades maravillosas a la vez. Hacemos lo que tenemos ganas de hacer, y eso generalmente coincide con intentar desafiarnos a nosotros mismos.
– Pese a que sus espectáculos en su mayoría tienen referencias locales, de igual forma se pueden entender en Chile, Argentina o en cualquier otro lugar de Sudamérica, ¿cómo explicarías este «lenguaje universal»?
Al interés por universalizar nuestro grito, pero no desde la estrategia. Si haces una cosa pre-fabricada y teledirigida con exactitud, a veces no resulta tan honesta. Básicamente, tenemos problemas con el ser humano. Tenemos conflictos con el espejo, entonces intentamos que todos sean los destinatarios de la carta que mandamos en una botella al mar, aquellos que se consideren bichos humanos responsables de lo que está pasando. Intentamos que esas caricaturas hechas en el espejo no estén apoyadas en localismos, pero no quiere decir que no hagamos cosas locales porque una de las lindas posibilidades que tiene el arte popular regional es contar tal cual uno es. Intentamos que el núcleo de nuestros espectáculos esté al alcance de todo aquel que quiera.
– Según tu opinión, ¿a cuál cuplé de «Un día de Julio» debemos poner especial atención?
Es difícil decidirme por uno, no sólo por el apego que uno tiene a su obra, sino porque todo forma parte de una historia. Seguramente hay caricaturas que los involucren igual que a nosotros. Pienso en la lucha de Julio contra el consumismo y la economía de mercado, contra la obsolescencia programada, en la paranoia de las tecnologías, las redes y los nuevos paradigmas de comunicación. También en los dogmas y las ideologías. Creo que todas las caricaturas que llevemos los incluirán, con lo bueno y lo malo que tienen.
– Si pudieras definir este espectáculo que ofrece Agarrate Catalina a alguien que los irá a ver por primera vez, ¿cómo lo harías?
Como una comedia musical, con un centro súper social. Con un humor que es hermano directo de la ironía, de la caricatura corrosiva. Es como una ópera con zarzuela, compuesta por unos payasos de circo ambulante que les gusta mucho el rock. Es una mezcla extraña pero muy murguera.
– Ya han estado en un varias ocasiones en el Teatro NESCAFÉ de las Artes, ¿cómo se sienten en este escenario?
Es nuestra casa en Santiago. Tiene unas dimensiones preciosas que permiten llegar a mucha gente y que a su vez sea cercano, que no es muy fácil de conseguir. Allí se ve y se escucha bien desde todos lados. Eso hace que el público esté muy cerca, muy presente y muy atento. Es un lugar ideal. A su vez, el público chileno es encantador, comprende absolutamente todo lo que tenemos para decir y cantar.
Agarrate Catalina – «Un Día de Julio»
23 y 24 de septiembre – 21:00 horas
Entradas a la venta en Ticketek y sin cargo por servicio en boleterías del Teatro.
Más información aquí.